lunes, 15 de junio de 2009

Monólogo para Noé

Pasaron casi quince años, y yo te sigo extrañando como el primer día que no te tuve conmigo en cuerpo y alma y te sigo amando como desde que supe que estabas en mi vientre.
Hija amada, fue corto nuestro transitar juntas en este mundo, dieciseis años es muy poco tiempo para que una madre tenga a su hija, demasiado breve tu estadía, aunque ya a esta altura entendí que alguna razón muy valedera deberá tener Dios para que sólo te haya enviado a mí por ese lapso.
Hay algo que me tranquiliza...qué raro no? sentir esto después que una hija se fue para siempre, y es que nuestro pequeño camino en común fue transitado con mucho amor, con mucha entrega mutua, con absoluta intensidad.
Fue un tiempo rico, fecundo a pesar de que parezca lo contrario, no solamente yo te enseñé cosas, valores que estoy segura te sirvieron para llegar adonde hoy estás, vos también me enseñaste a mí Noé. Vos me enseñaste primero que nada a ser mamá. A sentir por primera vez esa sensación entre extraña y profunda al mismo tiempo que uno siente por un hijo, y que es nada menos que el amor maternal, esa simbiosis, que tanto nos cuesta resolver y separar cuando llega el momento. Fuimos tan una vos y yo hija, hubo tanta unión nacida de ese amor infinito, que me hizo cambiar fundamentalmente innumerables pensamientos, ideas y actitudes frente a la vida; solamente porque fuí mamá. Miré el mundo, al ser humano, a la vida... con otros ojos. Aprendí valores que no conocía y luego te los transmití a vos y más tarde vos y yo misma, a tu hermanita.
Con vos aprendí a ser mamá hija mía y creo que lo estaba haciendo bastante bien...hasta que partiste...luego, bueno, lo seguí y lo sigo siendo con Marina, aunque yo reconozco que no fue lo mismo, soy una mamá que vive con la mitad de su oxígeno, con la mitad de su corazón, con la mitad de su ser, porque la otra mitad se fue con vos.
De todos modos mi amor, la maternidad, mi materia preferida en esta universidad de tan alto nivel académico que es la vida, me parece que al fin la apruebo con puntaje distinguido, porque con lo que aprendí con tu llegada y con tu partida y con lo que me esforcé para terminar de criar a tu hermanita más su propia ayuda, el resultado que se está viendo es más que satisfactorio, y te aseguro mi ángel que es el único título del cual estoy verdaderamente orgullosa, Gracias a ustedes, mis dos amores...mis dos hijas.
Y en cuanto a vos...bueno vos... sos mi ángel, y como dijo alguien una vez, subiste al Cielo directamente, con zapatillas puestas, porque tu alma fue y es un alma pura.
Te sigo extrañando, te sigo amando Noé, pero espero con calma, con paciencia y sin desvelos, estoy segura que nos volveremos a ver. Y ese reencuentro será lo más maravilloso que pueda sucederme alguna vez, en esta o en esa vida. Me preparo día a día para eso hija de mi alma y trato de hacer bien los deberes, espero que el Padre sea tan misericordioso como sé que puede serlo y permita que me recibas cuando El me llame.
Mientras tanto, busco formas de comunicarme con vos, maneras de seguir unidas y no dejar de estar al lado de Marina, que mucho me necesita todavía.
Hoy quería decirte sólo esto mi amor, lo necesitaba. Te amo Noelia, mi hija ángel.
Tu mamá Melan.