miércoles, 26 de agosto de 2009

Nuestros hijos no mueren, sólo se van...

Hola mi nena amada, vine a preguntarte si ya te diste cuenta que tenemos una seguidora! ¿La viste? Se llama Mona y es una amiga de la buhardilla que ahora nos encontró juntas y se sumó. Además me encanta que nos haya dejado un comentario! Es el primero que tenemos, a veces pienso que quienes leen esto o piensan que estoy delirando, o les da como miedito o sino consideran irrespetuoso dejar algo escrito aquí entre nosotras. O de última, ni siquiera nos registran ja ja!! Esto seguramente debe ser lo más común, pero a nosotras qué nos importa no? Total... ahora tenemos una amiga nueva y además siempre estaremos unidas no sólo con el corazón, sino ahora también por este medio en el que si bien soy yo la que escribo siempre, yo sé que algunas veces mis palabras están teñidas de tu pensamiento mi nena hermosa.
Yo muchas veces me pregunto si otros padres o madres sobre todo, no harán esto en la blogósfera...me gustaría mucho que alguien que tenga su hijo o hija en el Cielo, se acercara y nos dejara alguna palabra. Y no es porque necesite ser "famosa" ni mucho menos, es porque creo que sería bueno que intercambiáramos palabras, sentires, vivencias, en fin...hay tantas cosas para compartir entre gente como nosotros... La pérdida de un hijo no es algo normal, va en contra de las leyes naturales si lo vemos desde un ángulo puramente racionalista, pero si somos personas de fé como yo lo soy, la óptica, la visión ya tiene otro origen y otro destino y entonces a lo mejor, sin querer cambiar la manera de pensar y creer de cada uno, porque eso es su propio sentir, por ahí sí podemos ayudarnos a vivir esta experiencia que nos tocó vivir, entre todos, un poco mejor.
Porque mirá hija, si de algo estoy convencida en esta vida, es que esto sólo puede comprenderse en su real dimensión si se lo vive, más allá por supuesto de todas las mejores intenciones que puedan tener quienes nos observen, esto sólo lo entienden un papá o una mamá...y casi te diría más... la que más lo entiende es la mamá.
Fuimos nosotras quienes los tuvimos en nuestra panza, quienes sentimos sus primeras pataditas, quienes les preparamos el ajuar cada día, con todo nuestro amor. Yo recuerdo qué hermoso era el día en que podía ir a comprar una batita más o ir agregando sabanitas para tu cuna. Eso sin contar la infinidad de cosas que sólo nosotras las madres hemos hecho, porque lo quisimos en la mayoría de los casos, porque lo elegimos y lo hicimos y lo elegimos con todo el amor del mundo por ustedes, sin saber, sin imaginar siquiera...que tres, cinco, diez, diecinueve, veinticuatro o... dieciseis años después estaríamos enterrándolos en una tumba fría. Estoy segura que como yo, todas nosotras queríamos ser enterradas con ustedes en ese momento, estoy segurísima que en ese momento dejamos de amar la vida. Pero había otros hijos en muchos casos hasta nietos, en el mío sólo tu hermanita, y ellos fueron los que nos dieron nueva vida para seguir, a medias por supuesto, con la mitad del oxígeno, con la mitad de la energía, con la mitad de las fuerzas y de las ganas, pero hubo que levantarse y seguir, llevando la mochila que de golpe se llenó de kilos y kilos de piedra, o lo que es más gráfico y real ... levantando la cruz y seguir, que de ser de caña, se transformó en un instante del algarrobo más pesado y rugoso...Y así andamos todavía, muchos años algunas, menos otras, quizás días aquéllas...u hoy...éstas..., esa mirá...ahí en ese parque... que lo está viviendo en este momento...quisiera estar allí para abrazarla fuerte y decirle solamente, te entiendo hemana, te comprendo totalmente, sé lo que estás sintiendo, sé que nada en este momento menguará tu dolor, pero solo escuchame y recordá estas palabras cuando el dolor lascere, cuando sea como un hierro candente detenido en el corazón... la fé hermana, la esperanza en el reencuetro, no, no murió, no falleció, no se terminó todo...sólo se fue por un tiempo, el que falte hasta que te toque viajar a vos. Mientras... siempre la tendrás a tu lado cuando la necesites, cerca, muy cerquita, y lo sabrás y no dirás nada, porque los demás no entienden nada de lo que una madre y un hijo o hija pueden saber de su propia relación en esta o en la otra vida, nadie sabe que nosotras, podemos sentirnos mutuamente, podemos "comunicarnos", de diferentes maneras, cada madre e hijo o hija tienen la suya, pero podemos... porque nuestra unión es una simbiosis que ni la muerte destruye del todo. Quisiera tenerla aquí y poder decirle buscala, buscala que la vas a encontrar, sentate tranquila cerca de un árbol, observá la naturaleza, escuchá en el silencio, mirá en la oscuridad y quedate atenta en la luz del sol y en la claridad de la luna...y verás, recordalo bien, verás muchas veces, muchísimas como ella o él están allí, muy cerca tuyo, sólo hace falta fé, paz y serenidad. Después el resto lo hace el tiempo, la cruz se lleva siempre, pero uno se acostumbra al peso y a veces gritamos todavía de dolor por la herida que ya nos deja, pero siempre podemos seguir, hasta que llegue el día, ese glorioso día en que veamos un pasillo azul, que nadie verá, sólo nosotras, y que cuando lo digamos nadie nos creerá, y hasta quizás, es lo que yo añoro con toda mi alma..., hasta quizás la veas a ella misma, que te tiende la mano..., que te dice "no tengas miedo mamita...ya llegó el día...abrazame fuerte, muy fuerte mamita, como tanto lo deseaste y ahora vamos...que Jesús nos espera ..." Entonces todo será solo felicidad y amor y ya nunca volveremos a separarnos, nunca, nunca más.
Melan.