jueves, 16 de septiembre de 2010

LOS DÍAS MÁS DIFÍCILES.

Hija de mi alma, hoy ya es 16 de setiembre, los días más difíciles, mañana harán dieciseis años que partiste de ésta tu casa para nunca más volver, como eras, completa, entera, con tu cuerpo y con tu alma. Yo sé que seguís viniendo siempre, que hace dieciseis años que estás dando vueltas a nuestro alrededor cada vez que te necesitamos o te llamamos. Pero vos sabés, estos días... estos días tengo que hacer un gran esfuerzo para que no se me repitan sistemáticamente como una cinta sin fin en la memoria, y fueron los peores!! Desde estos días no hubo uno sólo en que no sufrieras mi dulce nena... Por qué pasó Noé, por qué fue así hija mía, mi primera, mi buscada, deseada, amada hasta el infinito Noelia, por qué? Vos lo sabrás ya? Habrá una explicación para esta ausencia de dieciseis años? la misma cantidad de años que viviste aquí conmigo, ahora ya pasaron en el Cielo. Esto me duele mucho más, desde el 3 de octubre comenzaré a contar el tiempo de más que me faltó tenerte. Es doloroso hija, yo sé que estarás bien, que quizás mucho mejor que aquí, pero no puedo dejar de pensar en lo hermoso que sería tenerte a mi lado o viviendo cerca con casi 33 años, con un esposo y por lo menos un nietito. De eso estoy segura, lo tendrías, porque amabas los niños. Nos reuniríamos los domingos y hasta quizás... bueno no, estoy imaginando demasiados imposibles ya. Se me hacen difíciles estos días mi amor, si hasta parece que ni la primavera quisiera instalarse en el mundo porque vos no estás, porque son los días de tu calvario, de tu humilde imitación de Cristo, parafraseando al poeta, fueron los días en que Dios puso a prueba más que nunca mi resistencia física y emocional y de fe, salí de todas, pero de todas salí marcada para toda la vida, se me estaba yendo nada más ni nada menos que mi adorada hija mayor, aquella del pelito tan negro cuando nació, la de la boquita de piquito y la de los ojos más hermosos del mundo. Tan chiquitita toda, tan indefensa, tan insegura, yo, tu mami, te dí todos mis amorosos cuidados, te hablaba desde que estabas en mi panza, te hablabla cuando te cambiaba los pañales y vos me contestabas con un gorgeo que repica en mis oídos como la mejor canción que haya escuchado.
Y luego ya el colegio, el cabello largo y las largas trenzas, el uniforme del cole, los chicos que te gustaban, y luego el amor, el único y verdadero, el que te acompañó hasta el final, a mi lado estaba y con él y tu padre me abracé antes que con nadie cuando supimos que partiste. Ayyy Noé, ayy hija de mi alma qué dolor... cuánto dolor... no se puede vivir ese dolor y seguir igual la vida, ya no se vuelve a ser la misma persona nunca más, de ese dolor, de esa herida no se vuelve nunca más y entonces, yo me pregunto, por qué Dios me eligió a mí para que lo sufriera? Me vio más fuerte acaso? No lo soy hija, no lo soy Padre, me cuesta mucho llevar mi cruz, a veces creo que la dejaré a un costado y me dejaré morir sin llegar al final del camino cargándola. Pero luego recuerdo la promesa que te hice al despedirme y entonces retomo el sendero porque si hay algo que quiero cumplir en esta vida y en la otra es el reencuentro, nosotras dos amarrándonos en un abrazo esperado por años, cargado de amor, de nostalgia, de añoranza pero sobre todo de amor, de ese gran amor que te tuve desde antes de gestarte, que te tuve mientras te crié, que te tuve al momento de partir, cuando te ayudé a hacerlo y el que te tengo estos años así... a la distancia de quién sabe qué, si kilómetros, galaxias, dimensiones o sólo centímetros, este amor que me sigue bullendo en la sangre cuando veo tu carita, cuando pronuncio tu nombre, cuando te recuerdo Noelia mía, mi nena dulce y de este amor que te tendré eternamente hija de mi alma, porque tu mami, jamás, jamás ni en esta ni en ninguna otra vida que me toque dejará de amarte como lo que soy, tu mamá Noé, mi linda y dulce Noé. Mami.