sábado, 13 de marzo de 2010

N

Hola hija de mi alma, hoy más que otras veces necesité venir a decirte gracias por estar siempre conmigo. Acabo de levantarme y me miro al espejo y qué encuentro? Una N bien clarita grabada en rojo en la base de mi cuello, en el centro de mi pecho, justo allí donde muchas veces siento los ahogos por mi asma.
A mí habitualmente me salen manchas rojas en el cuerpo como consecuencia de las distintas medicaciones que tomo, pero una N! No eso es demasiado, está clarita y parece que llevara la marca de tu nombre en mí.
No es la primera vez que esas N aparecen en la casa sin poder determinar de dónde vienen. La primera vez fue al poco tiempo que te fuiste. Lijaron la puerta para sacarle la pintura y dejar la madera a la vista para poder barnizarla luego y allí apareció, solita, hasta el hombre que hizo el trabajo se asombró.
El año pasado quedó una mitad de manzana sobre la mesa de la cocina y al otro día tenía una N marcada bien clarita sobre ella, por supuesto que recorté una rodaja finita y la guardé y allí está igual que el primer día. Y ahora esto... te aseguro hija que no me disgustaría para nada que esa N que identifico como significado de tu presencia en mí, en nuestra casa, en tú casa, en la vida que fue y seguirá siendo tuya en este mundo porque tanto yo como tu hermanita te tenemos presente cada día, te decía que no me disgustaría, al contrario me encantaría que no se me fuera nunca del pecho, que permaneciera siempre allí como la prueba más cabal de que siempre estás en mí.
Gracias hija por venir a verme como tanto te pido y dejarme estos símbolos como muestra de que lo hacés porque seguramente te está vedado mostrarte abiertamente como yo vivo pidiéndote. Gracias mi nena amada, yo sé que hacés lo imposible para que yo sobreviva en esta vida sin vos, en la que cada día me parece imposible no tenerte y ya haber vivido más de quince años sin verte. Pero el ser humano es así, ya aprendí que nuestra capacidad de sobrevivencia es mucho mayor de lo que muchas veces creemos y que no nos morimos cuando creemos que nos va a pasar por tal o cual cosa. Dios nos dio el instinto de supervivencia para que permanezvcamos en este mundo hasta que terminemos la misión que nos encomendó. Yo espero estar haciendo bien la mía para que cuando la termine me lleve pronto a vos. Yo ya le pido perdón cada día por todas mis faltas de la vida, por las dudas que cada día que amanece a lo mejor sea el último y si hay algo que no deseo es partir sin estar en gracia de Dios, porque lo que más espero, lo sabés es nuestro reencuentro en ese fuerte abrazo con el que sueño diariamente.
Gracias de nuevo mi petichita amada, cada vez estoy más segura que vos estás siempre cerca mío. Sabé que tu mami te ama inmensamente, de la misma manera que lo hice desde que supe que estabas en mi panza y lo seguiré haciendo eternamente mi nena amada. Te beso con todo mi amor. Mami.